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Anhelos en Reyes y nuevos lances.


Oscar López Reyes

Pasaron ya los agasajos navideños, y este lunes 6 de enero celebramos oficialmente, cobijados por una temperatura piadosa, fresca y serena, la fiesta de la fantasía: los Santos Reyes, que nos señala que desde ahora tenemos que empezar a trabajar, en los planos personal y nacional, para avanzar en este 2025.    

Desde este martes despega vuelo, en una pista holgada, el atezado avión-calendario anual, que ha despertado más atención y expectativa como nunca antes, por la variedad de planes y vaticinios agoreros-alarmistas respecto a la peligrosa lucha hegemónica entre Estados Unidos, Rusia y China (la potencia emergente), y optimistas-realistas sobre las finanzas públicas.

Si nos llenamos de pesimismo y repetimos el viejo canto de sirena de que las cosas vendrán peor, estaremos dando preferencia a la fábula del ratón, la rana y el milano que, por pensar mal y querer dañar a los demás, se destruyeron ellos mismos.

Este fin de semana, cuando termina la conmemoración de los Santos Reyes, justo es reencausar energías para encarar con valentía y aplomo tantos problemas que atenazan nuestro equilibrio y subsistencia, como el consumo excesivo de la comida chatarra, el sedentarismo, el poco dormir, el uso del teléfono celular y la adicción a las redes sociales, así como otros hábitos no saludables.

Son aspiraciones legítimas de la población la mengua del déficit presupuestario, la implementación de nuevas estrategias competitivas de ampliación de las zonas francas, el aumento de las remesas y las exportaciones -para reducir el déficit en la Balanza Comercial-, el mantenimiento del flujo turístico y la reducción de la agobiante deuda pública y el hambre, vía la creación de empleos.

Igualmente, resaltan como deseos de la inmensa mayoría de los dominicanos que se mantenga la estabilidad macroeconómica, la confianza de las agencias calificadoras y que se repita el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el mismo 5% del 2024, siga el control del proceso inflacionario mundial y que el costoso sistema eléctrico supere sus lacras y sea más eficiente y productivo.

Son también impostergables, continuar frenando con ahínco la haitianización del país, ahogando la delincuencia y el narcotráfico; denunciando y sometiendo a la Justicia a sospechosos de la corrupción administrativa. En esa vara, tenemos que proponernos cambiar el andamiaje jurídico que, históricamente, ha dificultado la sanción a políticos y empresarios, que se burlan del pueblo, como acaba de ocurrir con los involucrados en el expediente Camaleón, que esperaron el cañonazo de Año Nuevo con banquetes placenteros.

No serán aplicados nuevos tributos para permitir el ingreso de recursos financieros para que el Gobierno cumpla con los voluminosos reclamos de obras públicas y programas para disminuir el pesado fardo de sufrimientos y fastidios de amplios sectores marginados y las capas medias, derivado de un proceso inflacionario que, a su vez, reduce la demanda de bienes y servicios.

Roguemos porque no varíe la tasa de cambio, que prosiga la reducción de la Tasa de Política Monetaria (TPM) y el ingreso de divisas no sean por la emisión de bonos en las bolsas internacionales; que se registre un mayor crecimiento económico y una nueva dosis de racionalización en el gasto público; que no suban los precios del petróleo ni la intensidad de los conflictos en el Oriente Medio, donde Israel comete un genocidio sin par en el presente siglo.

Por lo pronto, estos son una parte de los regalos más anhelados por los dominicanos mayores de edad en este Día de Reyes y en este nuevo calendario. Esos deseos pueden resumirse en tres:  mejorar la calidad de vida, bajar la impunidad y garantizar la justicia social.

Entretanto, psico-astrólogos de nuestro patio presagian que la economía será mejor de lo que se ha dicho, y ojalá que no sea un deseo o un interés por despertar esperanza. Sin desechar los milagros, tenemos que prepararnos para enfrentar contratiempos, y ahorrar con inteligencia.

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5 de enero de 2025.








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